martes, 13 de septiembre de 2011

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Este cielo oscuro le dijo a mis ojos el secreto de las horas. Las horas son inventos de las personas. La musa pesa más que los minutos. La historia no se escribe, se construye entre pisadas descuidadas y se moldea con movimientos firmes de las manos. Hoy no es tan tarde. Se oye un tic a la distancia que marca el ritmo de la tierra dando vueltas lentamente, como si el ciclo interminable por fin diese la vuelta. No te detengas, tu presencia en este instante no es más real que tus deseos. No tengas miedo, tu cuerpo es la única y más eficiente forma de navegar en el tiempo; va desgastando su coraza mientras reinventa sus adentros, como chocando contra las rocas-del-pasado según la fuerza de la marea-presente y adquiriendo una nueva forma.

Mañana no serás tú quien despierte en tu cuerpo, como ocurre las gotas que resbalan entre las hojas... No son las mismas que cayeron desde el cielo. Ni son las hojas de ese verde en que nacieron, son algo más, nunca las mismas, quién sabe y son menos. Pero el color que emanas tú es solo el verso de aquel poema que declamas como cierto.

Se oye un tic a la distancia que no deja de recordarme que aunque has vivido tantas cosas en tantas horas de pasado, mañana serás más fuerte, menos ociosa o más cobarde, para ser tú misma, hoy, definitivamente no es tan tarde.


Nunca es tarde.

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