jueves, 25 de agosto de 2011



Hacía muchísimo tiempo que no sentía los ritmos imprevistos de unos besos. Hacía ya varios meses que te escapabas de mi vista, y te hacías recuerdo, te hacías pasado, y te deshacías. Mi cuerpo poco a poco se seca al no tocar tu piel. Esa piel tuya que se descubría mía, y esta piel mía que se fundía con la tuya, mientras nos convertíamos en un solo ser. Y el viento rondaba a nuestro alrededor como testigo. Testigo de nuestro encuentro que me revivía, testigo de nuestra unión. Te extraño con todo mi ser. Deseo que en cualquier momento te aparezcas desde las alturas para calmar mi sed de ti. Ruego de noche noche y lo haré de día, extrañándote y soñándote.

Poco a poco voy dejando de moverme, pues cuando no se tienen tus tiernos besos, tus sutiles y precisas caricias, tus brazos aferrados en mi, y mis brazos aferrados en ti, no se tiene nada, no se es nada. Y así pasarán los días, los meses. Hasta convencerme por completo de que algún día...





Dejaré de sentirlo.




No hay comentarios: