viernes, 19 de enero de 2007

Silenciosamente Solar


Ahí estás. Puedo sentirte, tocarte, olerte, observarte. ¿Por qué no te vas de una vez por todas y se acaba esta tontera fantástica-perruna? Y es que ahora puedo sentirte y reconocerte. Te siento en las mañanas llenándome de sueño y de no-esperanza.

Ahhhhhh.. . pero de mí no te escapas, ya han sido muchos los conejitos blancos vomitados entre el primer y segundo piso. Ya han sido muchos días sin luz y tanto sueño que a esta altura no pasa una tarde en la que no deba dormir una siesta. Ya han sido muchos días de angustia sin barcas con velas de colores...


Me preguntaba si es que será posible tomar un extracto de luz y congelarlo. Congelarlo, pero aún así, que sea caliente-tibio-frío, que al contrario de lo que uno pensaría convencionalmente, no sería exagerdamente luminoso ni estrambóticamente amarillo-naranjo. No. Más bien sería verde-violeta, y sería tan-tan oscuro, que seríamos capaces de ver a través de él.. . Un extracto de luz. Un pedazo de luz.

¿Pero para qué quiero un pedazo de luz si yo mismo puedo ser la luz? Si es que en este mismo instante (¡y ahora pienso qué es un instante! ¿serán realmente luminosos pedazos o retazos de momentos-días-años que van cayendo por un abismo infinitamente precioso, infinitamente perfecto?)puedo ver desde mi ventana una puesta de sol que no puede ser más luminosa que el mundo, que es naranja, tan naranja como esa luz de mi vida, de mi mundo, de mi pieza, que hace tanto tiempo creí perdida...

Y yo soy rey sol. Sí, soy rey sol, rey sol. Yo tengo la monarquía absoluta de mi vida para decir que quiero luz infinita en ella, que quiero retazos pero a la vez quiero la luz completa... Y soy rey sol porque aunque esté esa sensación maldita, que es una tontera fantástica-perruna, está esa belleza de la belleza de las cosas, que se me muestra a ratos, imperfectamente perfecta, imperfectamente completa. Y puedo vislumbrar, en esas sensaciones, como en la deliciosa creatividad que me ha llevado a escribir textos de esos que dicen todo con sólo leerlos-sentirlos-gustarlos- probarlos, que a pesar de que hoy me mire al espejo y pueda preguntarme "¿quién cresta es esta weon?", y me de cuenta que he cambiado tanto en este año-mes-semana-día, soy capaz de ver más allá de ese sentido abierto, sumergiéndome, fundiéndome, expandiéndome junto a las manijas de ese cajón que soy yo mismo.

Cuando escucho-toco-canto "desarma y sangra" de Serú Girán, y escribo, "pensando en el alma que piensa y por pensar no es alma", me percato, recién, que la luz que tanto busco está en mí, y con tanto buscarla se me pierde, se me escapa, se derrite entre mis pensamientos tantas veces inservibles.

Como me dijo un amigo: ¿O acaso te das cuenta, al prender la luz de una pieza en la oscuridad, cómo se va expandiendo la luz llenando todo el espacio? Claro que no. Aparece, llega, imperceptible, silenciosamente solar.

sábado, 6 de enero de 2007

Metálica Fusión


... venía de la cumbre del rock, muerto de sueño, aún con la adrenalina a full, expectante de contarle a mi familia, a mis amigos, al mundo entero, que al fin podría morir tranquilo: vi a los mas grandes exponentes de la música nacional. Allí estaba Claudio Valenzuela y el genio hijo de puta había cantado tantas noches de caminatas nocturnas sin rumbo fijo, solo yo y un pendrive.

Recorro la sala, subo por las escaleras, todo estaba más bien oscuro, las puertas estaban cerradas. Al parecer cada uno estaba en su pieza, en su onda. Abro la puerta de mi pieza, de mi mundo, de mi país y mi "frontera", cuando me encuentro contigo, ahí, sentada, acostada en mi cama. ¡¿What?! ¿Alguien me explica que estás haciendo TÚ aquí? Si con suerte has estado solo una vez...

Me asusto. Más que miedo, algo así como estupefacción, no procesaba, no dimensionaba por qué cresta estabas tú-aquí-en-mi-cama. Salgo de la pieza. Cierro la puerta. Reacción claramente estúpida, como tratando de borrar, de hacerme creer que estaba alucinando, que en realidad no había nadie en mi pieza. Le pregunto a mi mamá, "¿qué onda?", y muy tranquila me contesta que estabas hace un rato esperándome... Hmmm .. . ¡¡¿Alguien me puede explicar qué está pasando?!! Vuelvo a abrir la puerta, sigues ahí acostada, incluso puedo alcanzar a ver cómo miras mis libros... Cierro. Otra vez. Intentar borrar-creer-nadie.en.mi.pieza. Decido entrar, antes de abrir la puerta completa miro a través de el pequeño espacio que queda... sigues ahí. Claro que seguías ahí, acomodabas mis cojines y sonreías observando las fotos que tengo en la pared... Me resigno, entro, te miro y te odio. Sí te odio. Odio no comprender ni comprenderte. No entiendo qué haces aquí, por qué eres tú y no otra, quién te dejó entrar ni por qué me miras con esos ojos de maldita serenidad exacerbante.

Bajo. Me siento en la silla de mi computador. MI computador. MI silla. Navego un rato por Internet, creo que revisando fotologs o subiendo una foto. Pongo música, me paro, camino, voy a buscar comida para MÍ, no te hablo, no te miro, no te escucho.

Vuelvo a mi pieza y estás sentada en MI pera. Te ignoro, ahora me acuesto yo en mi cama, pero te odio, la desarmaste, la dejaste desordenada, los cojines en el piso, todo hecho mierda. Recuerdo la rabia que sentía, te odié mucho. ja!

Y es ahí cuando me dices que me quieres mostrar algo. Que te espere un poco, que vas a buscarlo en alguna página que encontraste por ahí, que no te demoras nada...

¿Hm? Ok. Te espero. Y te esperé, te esperé, te esperé .. ... .. . .. . . te esperé. ¡Por qué te demorabas tanto! Sentía como pasaban y pasaban las horas y tú seguías tecleando códigos y haciendo clicks con el mouse...

Hasta que me dijiste, mira:

Y miré. Y las paredes cambiaron su color, se tornaron "naranjo-gris-metálico", y como en una "fundición de metales" las paredes empezaban a derretirse. Daba la impresión de poder atravesarlas con un dedo, de ser gelatinosas, pegajosas pero exquisitas. Y tú me decías ¿estás viendo lo que te muestro? y comenzabas a fundirte con las paredes, a entrar y salir de mi mundo a través de ellas, apareciendo y desapareciendo, estando presente y ausente al mismo tiempo.

Por fin le puse atención a la pantalla y leí la canción que me mostraste. Y yo te decía hey, yo la conozco, de hecho yo la estuve escuchando anoche, fui el único que me la sabía, la estoy escribiendo, componiendo, tocando, bailando, recordando, cantando, saltando, moldeando... y la banda sonora comenzaba, y la canción comenzaba a envolverme, y no había límites, sólo la canción-yo-simultaneidad de roles frente a ella-el-mensaje-y tú entrando y saliendo de las paredes...


Mi vieja toca la puerta de mi pieza, despierto y te llamo a cel. Yo no comprendiendo nada.

Nada =/

viernes, 5 de enero de 2007

Gusano y Pera


Tú voz nunca grito mi nombre, tus pensamientos nunca buscaron mi presencia, y tus ojos nunca miraron los míos. Yo lo hacía todo y no era nada, tu hacías poco, y lo eras todo. Mis intentos por ser algo en tu vida nunca tuvieron éxito. Nunca fui parte de ti. Muchas cosas hicimos juntos, entre ellas y mutuamente el dolor, que termino quitándome las ganas de vivir.

Por eso ya no te miro, ya no te busco. Ya no suelo pensar mucho en ti (a veces), ya no me siento boca arriba en las noches, para ver como el cielo llora poco a poco estrellas fugaces.

Recuerdo a la perfección aquella noche, solo que sin sonido. No me dejas partir, me abrazas y comienzas a llorar, besos cariñosos, me dices algo al oído... que no vale la pena recordar...

Solo me queda tu luz, tu actitud ante la vida. Los momentos que me hacen lo que soy, que me acuerdan lo que fui. Me quedas tu en mi mente. Por más que lucho, estas en mi presente, en mis noches y en mis días. Y tengo que admitir que aún estas en mi corazón. Solo me quedan las palabras que se escapan de mis labios y que salen desde adentro en lo profundo de mi ser. Te amo.

jueves, 4 de enero de 2007

El *tiempo* te trajo hacia mi.


Me encontraba acostado en la continua corriente de mi anonimato (como siempre, tú, travieso *tiempo*, jugabas al escondite conmigo, y eras tan bueno en la materia que ya yo te hacía inexistente e imperceptible. Todo estaba en silencio y nada se movía ni siquiera una hoja tenía el atrevimiento de lanzarse desde el cielo hasta el sutil encuentro con la epidermis de mi mundo. Y ahí yo, contemplando mitad cielo y mitad árbol, sentenciado a la eternidad que sugiere esperar para despedirme de "don sol". (¿Oye *tú*, porqué no funcionas? ¿O es que no vez que ya me rendí? ¡Aparece de una buena vez, ganaste!). Entonces ocurrió (no apareciste, pero fue mucho mejor).

Una figura se interpuso entre el cielo y las ramas. Poco a poco pude distinguir que miraba hacia mi con mucha paz (no me preguntes como se mira con paz porque yo no se, solo vi sus ojos y sentí paz). No dijo nada. Se quitó la mochila que llevaba en su espalda, la colocó en el suelo y se acostó a mi lado. Observamos, por horas, como las nubes resbalan desde el cielo y se perdían en la copa de los árboles.

Al fin cayeron hojas, y fue porque al fin *tú* también apareciste y me trajiste su recuerdo.